Podríamos decir que esta entrada nace de una mezcla de verdades incómodas, aprendizajes en voz alta y cierta rebeldía profesional. Porque si algo tengo claro como docente en Formación Profesional Sanitaria es esto: si diseñamos pensando solo en enseñar, pero no en cómo el alumnado aprende y demuestra lo aprendido, seguimos dejando gente fuera.
Y más aún en un ciclo como Documentación Sanitaria, donde la modalidad online no puede seguir siendo sinónimo de “aquí tienes el PDF, suerte”. Porque si el contenido está colgado pero nadie puede recorrerlo sin tropezarse, eso no es accesibilidad. Es simulacro.
Ahí entra el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA). Y sí, también entra la Inteligencia Artificial. Con todo su potencial… y todos sus atajos.
Diseñar tareas hoy es como hacer malabares con bisturís: necesitas precisión, equilibrio… y un poco de fe. El DUA nos recuerda que no todos aprenden igual, ni expresan igual lo que saben. Y que si el formato de la tarea es más exigente que el contenido en sí, tenemos un problema de diseño. Una mala actividad pide lo mismo, del mismo modo, a todo el grupo. Se resuelve con copiar y pegar sin haber entendido nada. No conecta con situaciones reales del ciclo. Una buena actividad, en cambio, ofrece opciones de entrega (vídeo, audio, infografía, presentación), está vinculada a un contexto profesional real y exige algo más que repetir: exige decidir, interpretar, aplicar.
Recuerdo una actividad sobre protección de datos en entornos sanitarios. En lugar de pedir un texto, propuse que el alumnado eligiera cómo explicar a un paciente sus derechos digitales. Una alumna grabó un audio con un guion empático, claro y preciso. No solo entendía la ley. Sabía comunicarla en un contexto real. Eso, una IA no puede improvisarlo. Y un test no habría llegado hasta ahí.
Evaluar con DUA no es “dejar pasar”. Es medir con intención, y no con filtro. Porque si en clase tenemos quien redacta brillante pero se bloquea al hablar, y quien se expresa mejor en vídeo que en papel… ¿por qué limitar el aprendizaje a una sola forma de expresión?
Permitir formatos alternativos no significa perder el control, sino reforzar el sentido de lo que se evalúa. Si lo importante es saber aplicar el consentimiento informado, lo que interesa es evaluar comprensión y aplicación, no si sabe poner títulos bonitos. Y si das feedback humano en lugar de usar solo plantillas frías, más de uno se atreverá a mejorar sin miedo. Y sí, lo sé. No siempre da la vida para diseñar así. Al principio cuesta. Pero luego fluye. Porque cuando las dudas bajan, los trabajos mejoran y el alumnado entiende qué hace y para qué lo hace, todo cobra sentido. Y lo mejor: tú también enseñas mejor.
Ahora bien, no podemos fingir que la IA no existe. Ni que no la usan. Pero en lugar de perseguir trampas, enseñemos a usarla con ética. Usarla para repasar o aclarar ideas, bien. Usarla para entregar tareas sin leer ni entender… ahí está el problema.

«Porque si normalizamos que nuestros futuros profesionales sanitarios copien sin criterio, ¿cómo van a gestionar después datos clínicos reales?.»
— V. López ( @sanidadedtech)
Porque si normalizamos que nuestros futuros profesionales sanitarios copien sin criterio, ¿cómo van a gestionar después datos clínicos reales?
Y aquí viene lo importante: en cada actividad donde entra la tecnología, también debe entrar la ética. No como un apéndice, sino como una brújula. ¿Esto que entrego representa lo que sé… o lo que una IA puede inventar por mí? ¿Estoy aprendiendo o evitando aprender? ¿Cómo afecta esto a mi responsabilidad futura en un entorno donde los errores tienen consecuencias reales?
Estas preguntas también se enseñan. Y se entrenan. Desde ya. Desde la próxima actividad que plantees en el Aula Virtual. Desde ese momento en que decides si dar una opción más, si grabas un audio con feedback personalizado, si cambias un “copia esto” por un “piénsalo así”.
DUA no es una moda pedagógica. Es una forma de enseñar para que no se quede fuera quien siempre ha sido invisible para el sistema. Y la IA no es el enemigo, pero sí es una herramienta que exige conciencia y criterio. Porque educar en FP Sanitaria no es solo enseñar contenidos. Es formar personas que tomarán decisiones reales, con consecuencias reales. Y eso también empieza aquí: en cómo diseñamos, cómo evaluamos, y en lo que decidimos normalizar (o no) en nuestras aulas digitales.
No aplico DUA porque sea cómodo. Ni trabajo la ética digital porque quede bonito en un póster. Lo hago porque, en educación sanitaria, cuidar también es enseñar bien. Y enseñar bien empieza en lo que pedimos… y en cómo respondemos cuando nos lo entregan.
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